Colección de sellos de Correos
Descripción de la filatelia
La filatèlia i les seves característiques.
La filatelia es la afición de coleccionar y clasificar sellos, sobres y otros documentos postales, así como estudiar
la historia postal.
En los sellos queda representada parte de la historia nacional o regional de los países a través de figuras
de personajes ilustres, monumentos, pinturas, flora, fauna o temas de interés histórico y cultural.
Estos motivos son de interés para los coleccionistas (filatelistas) y para las personas involucradas en
la materia.
Característiques dels segells.
País: Tots els segells porten impresa la nacionalitat. La Gran Bretanya és l'excepció, ja que en lloc del nom del país,hi figura la imatge del bust de la reina Victòria en les primeres emissions i, posteriorment, la del monarca que governa el Regne Unit.
Dentat: És molt important que un segell es conservi en perfecte estat, amb totes les perforacions intactes.
Marges i centrat: Un segell ha de tenir la imatge ben centrada i a la mateixa distància dels marges.
Peu d'impremta: Generalment, inclou el nom del dissenyador i l'any d'emissió.
Imatge: És el motiu del segell, allò que porta l'aficionat a col·leccionar-lo.
Valor facial: El valor del franqueig.
Color, paper i filigrana: Hi ha una gran varietat de colors, papers i filigranes que fan que un segell, tot i que sembli igual a un altre, sigui en realitat diferent.
Format i dimensions: N'hi ha de quadrats, rodons, allargats, triangulars, etc.
Sobrecàrrega i sobretaxa: Es tracta d'un valor afegit, generalment per motius benèfics o per al franqueig de correu aeri.
Épocas 1950-2025
ÉPOCA ISABEL II
El reinado de Isabel II (1833-1868) es un período fundamental en la historia de España, caracterizado por la consolidación del Estado liberal de una manera muy conflictiva y convulsa. Abarca desde la muerte de su padre, Fernando VII, hasta la Revolución Gloriosa de 1868 que la destronó.
1. La instauración del liberalismo y el conflicto dinástico
El reinado de Isabel II se inicia con un problema dinástico. La derogación de la Ley Sálica por parte de Fernando VII para
que su hija pudiera reinar provocó que su hermano, el infante don Carlos María Isidro de Borbón, no reconociera a Isabel
como legítima heredera. Esto desencadenó la Primera Guerra Carlista (1833-1840), un conflicto civil que enfrentó a los
partidarios de un régimen liberal (isabelinos) contra los defensores del absolutismo monárquico y de los valores
tradicionales (carlistas).
Para defender sus derechos al trono y asegurar el reinado de su hija, la regente María Cristina de Borbón se vio obligada a aliarse con los liberales, que hasta entonces habían sido perseguidos por Fernando VII.
2. La inestabilidad política y el "turno" de partidos
A lo largo de su reinado, la política española se caracterizó por una gran inestabilidad, con
numerosos cambios de gobierno y pronunciamientos militares. Los gobiernos no se alternaban
democráticamente, sino que el poder cambiaba de mano mediante golpes de estado o revueltas.
Los moderados: Representaban a la alta burguesía, la aristocracia y la jerarquía eclesiástica. Defendían un liberalismo conservador, con un sufragio muy restringido (votaba solo una pequeña parte de la población), amplios poderes para la Corona y una soberanía compartida entre el monarca y las Cortes. Su época de mayor poder fue la llamada "Década Moderada" (1844-1854), liderada por figuras como el general Narváez.
Los progresistas: Con una base social en la clase media (pequeña burguesía, artesanos y
militares de baja graduación), defendían una mayor limitación de los poderes de la Corona, un
sufragio más amplio y la Milicia Nacional como garante de las libertades. Su líder más conocido
fue el general Espartero.
A estos se sumarían más tarde la Unión Liberal (un grupo centrista que buscaba la estabilidad)
y el Partido Demócrata, que reclamaba el sufragio universal.
3. Características económicas y sociales
Durante esta época, España se mantuvo como un país predominantemente agrario. No obstante, se
dieron importantes cambios:
Desamortizaciones: Se llevaron a cabo procesos de desamortización de bienes de la Iglesia y de los ayuntamientos, como la de Mendizábal y la de Madoz, con el fin de obtener ingresos para el Estado, pero que también concentraron la propiedad de la tierra en manos de una minoría.
Desarrollo de infraestructuras: Se impulsó la construcción de la red ferroviaria, que se concibió con un esquema radial desde Madrid.
Atraso industrial: A pesar de los avances, la industrialización fue lenta y se concentró en zonas específicas como Cataluña (textil) y el País Vasco (siderurgia). La falta de capitales propios hizo que se dependiera mucho de la inversión extranjera.
Caciquismo: En las zonas rurales, el caciquismo era un sistema de poder local en el que los terratenientes y figuras influyentes controlaban la vida política y social, a menudo manipulando los resultados electorales.
4. La crisis final y el Sexenio Democrático
A partir de la década de 1860, el reinado de Isabel II entró en una profunda crisis, marcada por
la inestabilidad económica, el creciente descontento popular y la oposición de los partidos
progresistas y demócratas. El desprestigio de la Corona, acusada de favoritismos y de una vida
personal disoluta, se hizo cada vez mayor.
En 1868, un nuevo pronunciamiento militar liderado por los generales Prim y Serrano, conocido como la Revolución Gloriosa, puso fin a su reinado. Isabel II se exilió en Francia, dando paso al Sexenio Democrático, un período en el que se intentarían nuevas formas de gobierno en España, como una monarquía constitucional y la Primera República.
ÉPOCA DUQUE DE LA TORRE
El Duqe de la Torre, Francisco Serrano y Domínguez, es una figura central en la convulsa historia de la España del siglo XIX. Su relevancia no se limita a un único periodo, sino que abarca gran parte del reinado de Isabel II y, especialmente, el Sexenio Democrático (1868-1874), donde fue protagonista de primer orden.
1. Figura clave en la época de Isabel II
Antes de convertirse en el Duque de la Torre (título que le otorgó Isabel II en 1862), Serrano fue un militar y
político de gran influencia. Participó en la Primera Guerra Carlista y, aunque inicialmente se alineó con los
progresistas, su carrera política fue una constante de giros y alianzas:
El "General Bonito" y su relación con la reina: Fue un personaje muy influyente en la corte de Isabel II, llegando a tener una relación muy cercana con la reina, lo que le valió el apodo de "el general bonito". Esta influencia le generó recelos y envidias entre otros políticos de la época, especialmente los moderados.
Líder de la Unión Liberal: Tras la muerte del general O'Donnell, se convirtió en el líder del partido Unión Liberal, una fuerza política centrista que buscaba la estabilidad entre los moderados y los progresistas.
A pesar de sus lazos con la monarquía, su participación en la represión de la Sublevación del Cuartel de San Gil y el creciente descontento con el régimen de Isabel II le llevaron a dar un giro decisivo en su carrera.
2. El Sexenio Democrático y su papel como regente
La etapa de mayor relevancia de Serrano es, sin duda,
el Sexenio Democrático, el periodo que se abre tras la Revolución Gloriosa de 1868 que destronó a Isabel II.
Líder de la Revolución de 1868: Serrano fue uno de los principales cabecillas de la revolución que puso fin al reinado de Isabel II, junto con el general Prim. Venció a las tropas leales a la reina en la decisiva Batalla de Alcolea, lo que abrió las puertas de Madrid al nuevo régimen.
Presidente del Gobierno Provisional (1868-1869): Tras la huida de la reina, se constituyó un gobierno provisional presidido por Serrano. En este periodo, se convocaron Cortes Constituyentes que aprobaron la Constitución de 1869, la primera constitución democrática en la historia de España.
Regente del Reino (1869-1871): Una vez aprobada la Constitución, y mientras se buscaba un rey para España, Serrano fue nombrado Regente del Reino, actuando como jefe de Estado. Esta etapa fue un intento de construir una monarquía constitucional y democrática. Finalmente, el elegido fue Amadeo de Saboya, que reinó brevemente.
3. La Primera República y la Restauración
La inestabilidad política, económica y social del Sexenio continuó,
y con la abdicación de Amadeo I, se proclamó la Primera República Española (1873-1874).
Presidente del Poder Ejecutivo de la República: A pesar de ser un monárquico, Serrano fue llamado a presidir el Poder Ejecutivo de la República. Su gobierno fue un intento de restablecer el orden, reprimiendo los movimientos cantonalistas y la Tercera Guerra Carlista.
Figura en la Restauración: Aunque no fue el principal artífice de la Restauración borbónica en la figura de Alfonso XII, apoyó la vuelta de la monarquía.
En resumen, la "época del Duque de la Torre" es un periodo de transición y turbulencia en la historia de España. Serrano es una figura compleja que personifica las contradicciones de la política española del siglo XIX: militar de origen liberal, tuvo una larga carrera de alianzas cambiantes, llegando a ser regente y presidente del gobierno tanto en una monarquía como en una república, siempre buscando la estabilidad en un país marcado por la inestabilidad y los pronunciamientos militares.
Amadeo I
El reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873) se inscribe dentro del período conocido como el Sexenio Democrático (1868-1874). Su breve pero intenso reinado de poco más de dos años fue un intento de establecer una monarquía constitucional y democrática en España, un proyecto que, sin embargo, se vio frustrado por una serie de graves problemas y una inestabilidad política constante.
1. La búsqueda de un rey para una monarquía democrática
Tras la Revolución Gloriosa de 1868, que destronó a Isabel II, España se convirtió en una monarquía sin rey. Las Cortes
Constituyentes, con una mayoría de progresistas y unionistas, aprobaron la Constitución de 1869, que establecía un
régimen de monarquía democrática. El principal desafío era encontrar un monarca que cumpliera con una serie de
requisitos: no ser Borbón, ser católico, liberal y aceptado por las potencias europeas.
La búsqueda de un rey se convirtió en un delicado asunto de política internacional que generó tensiones, como el llamado "caso Hohenzollern", que fue una de las causas de la Guerra Franco-Prusiana. Finalmente, el general Prim propuso a Amadeo de Saboya, segundo hijo del rey de Italia Víctor Manuel II. Aceptado por las Cortes, llegó a España en diciembre de 1870.
2. Los problemas y la inestabilidad del reinado
El reinado de Amadeo I fue una sucesión de crisis y conflictos que impidieron la consolidación del nuevo régimen. La
inestabilidad política era total, con una alta rotación de gobiernos (llegó a haber seis gabinetes diferentes en solo dos años).
El asesinato de Prim: Apenas tres días antes de su llegada a España, su principal valedor y el artífice de su elección, el general Juan Prim, fue asesinado. Este hecho dejó a Amadeo completamente desprotegido en un país desconocido para él.
La oposición de la clase política y la sociedad: Amadeo I, al ser extranjero, era visto con recelo por una gran parte
de la sociedad. Los partidos políticos estaban muy divididos y le hacían la vida imposible. Se le oponían:
Los monárquicos alfonsinos, que preferían la vuelta del hijo de Isabel II, el futuro Alfonso XII.
Los carlistas, que veían en él a un usurpador y que, de hecho, iniciaron la Tercera Guerra Carlista (1872-1876).
Los republicanos, que querían un cambio de régimen y no una monarquía.
La aristocracia borbonica y la alta burguesía lo rechazaron por su origen italiano y su ideología liberal.
Conflictos sociales y militares: Al mismo tiempo, el rey tuvo que hacer frente a la Guerra de los Diez Años en Cuba, y
a las revueltas obreras y campesinas, cada vez más influidas por las ideas anarquistas y socialistas.
3. La abdicación y el fin del Sexenio
Cansado de la falta de apoyos, de la inestabilidad política y de la hostilidad de una parte del país, el 11 de febrero de
1873, Amadeo I presentó su renuncia ante el Congreso de los Diputados. En su carta de abdicación, el monarca expresó que
era "estéril" su esfuerzo por gobernar a un "pueblo tan hondamente perturbado".
La abdicación de Amadeo I dejó un vacío de poder que llevó a la proclamación de la Primera República Española ese mismo día, un último intento del Sexenio Democrático antes de que la Restauración borbónica restaurara la dinastía en 1874.
Amadeo I es una figura trágica en la historia de España, un "rey por un día" (metafóricamente hablando) que llegó con la mejor de las intenciones, pero que fue incapaz de gobernar en un contexto de profunda división y convulsión.
1ª República
La Primera República Española fue un período de la historia de España que duró apenas once meses, entre el 11 de febrero de 1873 y el 29 de diciembre de 1874. A pesar de su brevedad, fue una etapa de gran intensidad política, social y militar, marcada por una profunda inestabilidad y el fracaso de un proyecto democrático y modernizador.
1. La proclamación y el proyecto político
La República se proclamó tras la abdicación de Amadeo I, hastiado de la inestabilidad política y el rechazo que generaba.
El mismo 11 de febrero de 1873, el Congreso y el Senado se reunieron en una Asamblea Nacional y declararon la República como
forma de gobierno.
El principal objetivo de los republicanos era establecer una República federal. Esta idea, defendida por la facción mayoritaria del Partido Republicano Democrático Federal, liderada por Francisco Pi y Margall, proponía una España dividida en estados autónomos o "cantones" que se federarían libremente en la nación. El proyecto de Constitución federal de 1873, aunque nunca llegó a aprobarse, contemplaba una separación rígida de poderes, un sufragio universal masculino y una amplia declaración de derechos.
2. Los cuatro presidentes en un año
La inestabilidad fue la característica más notable del periodo, con una
sucesión de cuatro presidentes del Poder Ejecutivo en menos de un año:
Estanislao Figueras (Febrero-Junio de 1873): El primer presidente tuvo que afrontar el caos político y el vacío de poder. Sus esfuerzos por estabilizar la situación fracasaron, y dimitió huyendo a Francia, desesperado por las luchas internas.
Francisco Pi y Margall (Junio-Julio de 1873): Un intelectual de gran prestigio, intentó llevar a cabo el proyecto federal de manera legal y gradual. Sin embargo, su incapacidad para controlar los conflictos sociales y el estallido del cantonalismo le obligaron a dimitir.
Nicolás Salmerón (Julio-Septiembre de 1873): Con un enfoque más conservador, Salmerón se propuso restablecer el orden a toda costa, nombrando a generales para reprimir las revueltas. Dimitió por negarse a firmar unas condenas a muerte.
Emilio Castelar (Septiembre de 1873 - Enero de 1874): Castelar, de la facción unitaria, suspendió las garantías constitucionales y gobernó por decreto para hacer frente a las guerras y revueltas, acercándose a los sectores conservadores.
3. Los graves problemas que la hicieron fracasar
La República no fue capaz de consolidarse debido a una tormenta
perfecta de conflictos:
El Cantonalismo: Fue el problema más grave. Inspirado en el proyecto federal, el movimiento cantonalista, principalmente de la pequeña burguesía y el incipiente movimiento obrero, proclamó cantones independientes en varias ciudades, sobre todo en el Levante y el sur de España (Cartagena, Sevilla, Cádiz, Valencia). Veían el federalismo de abajo arriba, es decir, mediante una insurrección popular. El gobierno tuvo que enviar al ejército a reprimirlos, lo que debilitó a la República y evidenció su falta de control.
La Tercera Guerra Carlista (1872-1876): El conflicto dinástico se recrudeció. Los carlistas se levantaron en armas en el norte de España (País Vasco, Navarra, Cataluña) con el objetivo de restaurar la monarquía tradicional en la figura de Carlos VII. Esta guerra exigió un enorme esfuerzo militar y económico al Estado republicano.
La Guerra de los Diez Años en Cuba: La guerra de independencia en la isla continuaba, drenando recursos económicos y humanos que el Estado no podía permitirse.
El rechazo internacional: La mayoría de las potencias europeas, que veían con temor los movimientos revolucionarios, no reconocieron a la República. Solo Estados Unidos y Suiza la aceptaron.
4. El final de la República y la Restauración
El 3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía, Capitán General de Madrid, dio un golpe de estado y asaltó el Congreso de
los Diputados. Puso fin al gobierno de Castelar y disolvió las Cortes. Se instauró una dictadura con el general Serrano como
jefe del Poder Ejecutivo, un régimen republicano conservador de transición.
Esta dictadura fue la antesala de la Restauración borbónica. El 29 de diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez Campos se pronunció en Sagunto (Valencia) a favor de Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II. La Restauración se completó sin apenas resistencia, poniendo fin al Sexenio Democrático y abriendo un largo periodo de estabilidad monárquica en España.
CARLOS VII
La figura de Carlos de Borbón y Austria-Este, conocido por sus partidarios como Carlos VII, es inseparable de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876). No reinó de forma efectiva, pero fue el pretendiente carlista al trono de España durante una de las etapas más convulsas del siglo XIX: el Sexenio Democrático y el inicio de la Restauración.
1. El heredero del carlismo
Carlos María de los Dolores de Borbón y Austria-Este era nieto de Carlos María Isidro, el primer pretendiente.
A diferencia de sus predecesores, que a menudo tuvieron una jefatura del movimiento carlista más inestable,
Carlos VII asumió el liderazgo de forma decidida. Su "reinado" se inicia en 1868, cuando su padre, Juan III,
le cede sus derechos dinásticos.
Carlos VII revitalizó la causa carlista, que se encontraba en horas bajas, y la preparó para un nuevo enfrentamiento armado. La Revolución de 1868 y la inestabilidad que siguió, primero con el reinado de Amadeo I y luego con la Primera República, le dieron la oportunidad que buscaba para restaurar una monarquía tradicional y católica en España.
2. La Tercera Guerra Carlista (1872-1876)
Este conflicto es el principal hito de su época. Los carlistas lucharon bajo el lema "Dios, Patria, Rey y Fueros",
oponiéndose al liberalismo y al centralismo que defendían los gobiernos de Madrid. La guerra se concentró principalmente
en el norte de España, en el País Vasco, Navarra, Cataluña y Aragón.
El carlismo de Carlos VII logró un notable apoyo popular en estas regiones, donde el movimiento tenía una base social arraigada en el campesinado, la pequeña nobleza y parte del clero. Los carlistas llegaron a establecer un "Estado carlista" en los territorios que controlaban, con sus propias instituciones, sellos de correos e incluso universidades.
Sin embargo, a pesar de los éxitos militares iniciales, el fin de la Primera República y el advenimiento de la Restauración Borbónica en 1874, con el ascenso al trono de Alfonso XII (hijo de Isabel II), supusieron un cambio en el rumbo de la guerra. El nuevo gobierno de Cánovas del Castillo se centró en derrotar a los carlistas. El ejército liberal, reforzado y mejor organizado, acabó por imponerse.
3. El exilio y el fin de la guerra
La derrota militar fue definitiva en 1876. Tras la caída de la ciudad de Estella, la capital de su "Estado",
Carlos VII cruzó la frontera francesa. Desde el exilio, continuó siendo el pretendiente carlista, aunque ya no
tuvo la oportunidad de volver a liderar una guerra.
La época de Carlos VII representa el último gran intento de la dinastía carlista de tomar el poder por las armas. Su fracaso marcó el declive definitivo de la vía militar del carlismo, que, a partir de entonces, se convirtió en un movimiento político de oposición más que en una amenaza bélica para el Estado español.
Alfonso XII
El reinado de Alfonso XII (1874-1885) marca el inicio de la Restauración Borbónica, un periodo de la historia de España caracterizado por una estabilidad política sin precedentes en el siglo XIX. Aunque su reinado fue breve, su figura fue clave para consolidar el nuevo régimen político diseñado por Antonio Cánovas del Castillo.
1. El sistema político de la Restauración
El objetivo principal de la Restauración era acabar con la inestabilidad política del Sexenio Democrático
y poner fin a los pronunciamientos militares. Para ello, Cánovas del Castillo ideó un sistema basado en:
El bipartidismo y el "turno pacífico": Se establecieron dos grandes partidos "dinásticos" que se alternarían en el poder de forma pacífica: el Partido Conservador, liderado por Cánovas, y el Partido Liberal, liderado por Práxedes Mateo Sagasta. El turno era, en realidad, un pacto entre ambos líderes para evitar los golpes de estado y mantener la estabilidad.
La Constitución de 1876: Fue la norma fundamental del nuevo régimen. De carácter conservador, establecía la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, un sufragio censitario (muy restringido) y la confesionalidad del Estado (la religión católica era la oficial).
2. El Rey "pacificador" y sus logros
Alfonso XII, que regresó a España tras el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto, se ganó el apodo
de "el Pacificador" por lograr tres objetivos fundamentales:
Poner fin a la Tercera Guerra Carlista: El ejército gubernamental, ya bajo la autoridad del nuevo monarca, derrotó definitivamente a las fuerzas de Carlos VII en 1876, lo que puso fin a casi un siglo de conflictos dinásticos por el trono.
Paz de Zanjón en Cuba: En 1878, el general Martínez Campos firmó un acuerdo con los independentistas cubanos que puso fin a la Guerra de los Diez Años. Aunque las promesas de autonomía no se cumplieron, la paz temporal en la isla fue un logro para el nuevo régimen.
Restablecimiento del orden: Se reprimieron las revueltas sociales y se restableció la estabilidad política y social, algo muy anhelado por la burguesía y las élites.
3. La realidad del sistema: caciquismo y fraude electoral
Aunque el sistema pretendía ser una monarquía parlamentaria, en la práctica el "turno pacífico" era un
fraude. El gobierno de turno, una vez nombrado por el rey, convocaba elecciones y las manipulaba para
asegurarse la mayoría parlamentaria. Esta manipulación se realizaba a través de una red de influencia
conocida como caciquismo, donde los notables locales controlaban el voto en sus distritos, y mediante
el "encasillado", que era el acuerdo previo entre los partidos para repartirse los escaños.
4. El fallecimiento y el legado
Alfonso XII murió prematuramente en 1885 a los 27 años, dejando un vacío de poder. Para garantizar la
continuidad del sistema, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo, en el que se comprometieron
a apoyar a la regente, su viuda María Cristina de Habsburgo, hasta la mayoría de edad de su hijo,
el futuro Alfonso XIII.
El reinado de Alfonso XII fue una etapa de aparente tranquilidad y orden, pero se asentó sobre un sistema político corrupto y excluyente, que a la larga generaría la oposición de los partidos no dinásticos (republicanos, carlistas, nacionalistas) y del movimiento obrero, lo que acabaría por erosionar el régimen.
Alfonso XIII
El reinado de Alfonso XIII (1902-1931) se extiende desde su mayoría de edad hasta la proclamación de la Segunda República. Es un período de profunda crisis y declive del sistema de la Restauración, que culmina en el fin de la monarquía borbónica. Aunque su reinado se divide en dos etapas, la crisis del sistema parlamentario y la dictadura de Primo de Rivera, el hilo conductor es el progresivo desmoronamiento de las estructuras políticas, sociales y económicas del país.
1. La crisis del sistema de la Restauración (1902-1923)
Alfonso XIII heredó un sistema político, la Restauración, que ya mostraba signos de agotamiento.
Las principales debilidades del régimen eran:
El fracaso del "turno": El "turno pacífico" entre conservadores y liberales, que había garantizado la estabilidad durante el reinado de Alfonso XII, se rompió. Las divisiones internas en ambos partidos, la falta de líderes fuertes tras la muerte de Cánovas y Sagasta, y el aumento del intervencionismo del rey en la vida política hicieron que los gobiernos fueran inestables y de corta duración.
La oposición al sistema: El fraude electoral y la corrupción del sistema de caciquismo provocaron el auge de una oposición cada vez más fuerte y organizada:
El movimiento obrero: Se fortalecieron el anarquismo (con la CNT) y el socialismo (con la UGT), que se manifestaron a través de huelgas generales y protestas, como la Semana Trágica de Barcelona (1909) y la huelga general de 1917.
Los nacionalismos periféricos: El catalanismo, el vasquismo y el galleguismo se politizaron y pasaron a ser fuerzas de oposición que reclamaban un mayor autogobierno.
Los republicanos: Agrupados en diversas formaciones, criticaron el fraude electoral y defendieron un cambio de régimen.
El problema de Marruecos: El protectorado español en Marruecos fue una fuente constante de conflictos militares, costando al país miles de vidas y una gran cantidad de dinero. El desastre de Annual en 1921, donde murieron más de 10.000 soldados españoles, supuso un duro golpe para el prestigio del ejército y el propio rey, quien fue acusado de tener responsabilidad en la derrota.
2. La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Ante la crisis generalizada, Alfonso XIII apoyó el golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera
en septiembre de 1923. El rey vio en el militar la solución a los problemas del país y la única forma de
salvar la monarquía.
Un paréntesis de "orden": La dictadura de Primo de Rivera logró una relativa estabilidad: acabó con la Guerra de Marruecos, pacificó el frente militar y logró cierto desarrollo económico (obras públicas, infraestructuras).
La "Dictablanda" y la caída del rey: En 1930, Primo de Rivera dimitió por falta de apoyos y el rey, en un intento de volver al régimen constitucional, encargó el gobierno a los generales Berenguer y Aznar, en lo que se conoce como la "Dictablanda". Sin embargo, el sistema de la Restauración estaba tan erosionado que ya no era posible volver atrás.
3. El final del reinado y la proclamación de la República
La oposición republicana se unió en el Pacto de San Sebastián (1930) con el objetivo de derrocar a la
monarquía. Las elecciones municipales de abril de 1931, interpretadas como un plebiscito a favor de
la monarquía o la república, dieron una clara victoria a las candidaturas republicanas en las principales
ciudades. Alfonso XIII, sin apoyos y para evitar una guerra civil, abandonó España y se exilió. El 14 de
abril de 1931 se proclamó la Segunda República Española, poniendo fin a un reinado de casi 30 años y a
la dinastía borbónica en España, por segunda vez.
El reinado de Alfonso XIII es la crónica de la decadencia de la monarquía constitucional en España, una etapa de graves conflictos sociales, militares y políticos que culminó con el colapso del sistema y un cambio de régimen.
2ª República
La Segunda República Española fue el régimen político que existió en España entre el 14 de abril de 1931, fecha de la proclamación tras las elecciones municipales que llevaron al exilio al rey Alfonso XIII, y el 1 de abril de 1939, con el final de la Guerra Civil. Fue un periodo de profundas transformaciones sociales, políticas y culturales, pero también de gran inestabilidad y polarización que desembocó en el conflicto bélico.
El periodo republicano se divide en tres etapas principales:
1. El Gobierno Provisional y las Cortes Constituyentes (1931)
Tras la proclamación de la República, se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora
y compuesto por líderes de diversas formaciones políticas (republicanos, socialistas, nacionalistas).
Su principal tarea fue convocar elecciones a Cortes Constituyentes, que se celebraron en junio de 1931 y
dieron una amplia mayoría a la coalición republicano-socialista.
Las Cortes aprobaron la Constitución de 1931, que fue una de las más avanzadas de la época. Sus puntos clave fueron:
Soberanía popular: España se definía como "una República democrática de trabajadores de toda clase".
Separación Iglesia-Estado: Se disolvía la Compañía de Jesús, se prohibía a las órdenes religiosas dedicarse a la enseñanza y se eliminaba el presupuesto del clero.
Amplia declaración de derechos: Se reconocían el divorcio, el sufragio universal (incluyendo por primera vez a las mujeres) y se sentaban las bases para una futura legislación social.
Estado integral: Se creaba la posibilidad de que las regiones con identidad histórica (Cataluña, País Vasco, Galicia) pudieran tener su propio estatuto de autonomía.
2. El Bienio Reformista (1931-1933)
El primer gobierno de la República, con Manuel Azaña como jefe de Gobierno, emprendió un ambicioso programa
de reformas para modernizar el país:
Reforma agraria: Se intentó redistribuir la propiedad de la tierra expropiando latifundios. Sin embargo, su implementación fue muy lenta, lo que generó frustración tanto en los campesinos, que la consideraban insuficiente, como en los grandes terratenientes, que se opusieron radicalmente.
Reforma militar: Se redujo el número de oficiales, se exigió un juramento de fidelidad a la República y se retiró a los militares más conservadores, lo que generó un gran malestar en una parte del ejército.
Reformas sociales y laborales: Se aprobaron leyes para mejorar las condiciones de los trabajadores y se impulsó la educación pública, laica y gratuita.
Estatutos de autonomía: Se aprobó el Estatuto de Cataluña, que le concedía un gobierno y parlamento propios.
Estas reformas encontraron una fuerte oposición: la derecha, la Iglesia y los terratenientes se sintieron agredidos, mientras que la izquierda radical y los anarquistas las consideraron demasiado moderadas. El fallido golpe de estado del general Sanjurjo en 1932 fue una señal de la creciente polarización.
3. El Bienio Conservador (1933-1936)
Las elecciones de 1933, en las que por primera vez votaron las mujeres, dieron la victoria a los partidos
de centro-derecha, principalmente a la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas)
de José María Gil-Robles y el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux.
Este periodo se caracterizó por una paralización y revisión de las reformas del bienio anterior. Esto provocó una respuesta de la izquierda, que se sintió traicionada:
Revolución de Asturias de 1934: Tras la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno, las organizaciones obreras (socialistas, anarquistas y comunistas) convocaron una huelga general que se convirtió en una insurrección armada en Asturias. La revuelta fue duramente reprimida por el ejército, con el general Francisco Franco a la cabeza.
Proclamación de la República Catalana: Al mismo tiempo, el gobierno de la Generalitat de Cataluña, liderado por Lluís Companys, proclamó el "Estado Catalán dentro de la República Federal Española", lo que también fue reprimido y llevó a la suspensión del estatuto de autonomía.
4. El Frente Popular y la Guerra Civil (1936-1939)
En las elecciones de febrero de 1936, una coalición de partidos de izquierda, el Frente Popular, ganó por
un estrecho margen. El nuevo gobierno se propuso reanudar las reformas, pero la polarización política
y social era insostenible. El asesinato del líder derechista José Calvo Sotelo fue el pretexto para el
levantamiento militar del 18 de julio de 1936, que llevó al inicio de la Guerra Civil.
La Segunda República finalizó con la victoria de los sublevados liderados por el general Franco, que dio paso a una dictadura que duraría casi 40 años.
Francisco Franco La dictadura de Francisco Franco, comúnmente conocida como el franquismo, es el período de la historia de España que se extiende desde el final de la Guerra Civil (1 de abril de 1939) hasta la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975. Fue un régimen totalitario y autoritario que se caracterizó por la concentración de todo el poder en la figura de Franco, la represión política, la censura y un nacionalcatolicismo que impregnó todos los aspectos de la vida pública.
El franquismo se puede dividir en varias etapas principales:
1. La consolidación del régimen (1939-1950)
Esta primera etapa es la más dura y represiva. Se impone un régimen totalitario con los siguientes rasgos:
Represión política: Se persiguió y encarceló a los perdedores de la guerra. Miles de personas fueron fusiladas o murieron en campos de concentración y prisiones. El exilio fue masivo.
Autarquía económica: El régimen se cerró al exterior, buscando la autosuficiencia económica. Esto, junto con los daños de la guerra, provocó una profunda miseria y hambruna, con un racionamiento de alimentos y un mercado negro (estraperlo) muy extendido.
Nacionalcatolicismo: La Iglesia Católica recuperó un papel central en la vida pública y social. El franquismo se presentó como una "Cruzada" para restaurar los valores católicos tradicionales.
Aislamiento internacional: Tras la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Franco, que había simpatizado con Hitler y Mussolini, fue condenado por la ONU y sometido a un bloqueo internacional.
2. El aperturismo y el reconocimiento internacional (1951-1959)
El inicio de la Guerra Fría cambió la situación internacional. Estados Unidos, en su lucha contra el
comunismo, vio en Franco a un aliado estratégico.
Acuerdos con Estados Unidos (1953): España firmó un acuerdo de ayuda militar y económica con Estados Unidos, que a cambio recibió bases militares en suelo español (Torrejón, Morón, Zaragoza, Rota). Esto supuso el fin del aislamiento internacional.
Concordato con la Santa Sede (1953): El Vaticano reconoció oficialmente al régimen, lo que reforzó su legitimidad interna.
Entrada en la ONU (1955): España fue admitida en la Organización de las Naciones Unidas.
3. El "milagro económico" y el desarrollismo (1959-1973)
Esta fue la etapa de mayor crecimiento económico y transformación social.
Plan de Estabilización (1959): Con la ayuda de jóvenes tecnócratas vinculados al Opus Dei, el régimen puso en marcha un plan de ajuste que puso fin a la autarquía. Se liberalizó la economía y se impulsó la industria, el turismo y las infraestructuras.
Emigración y turismo: Millones de españoles emigraron a Europa en busca de trabajo, y el turismo se convirtió en una de las principales fuentes de ingresos del país.
Cambios sociales: La sociedad española se modernizó a gran velocidad. El crecimiento de las ciudades, la educación y el contacto con Europa trajeron nuevas costumbres y un cambio de mentalidad.
A pesar del crecimiento económico, la represión política continuó. La oposición, aunque duramente perseguida, se reorganizó en la clandestinidad, con la formación del Partido Comunista de España (PCE) y nuevos sindicatos clandestinos. También surgieron movimientos nacionalistas radicales, como ETA.
4. La crisis final y el fin del régimen (1973-1975)
Los últimos años del franquismo se caracterizaron por una creciente inestabilidad y una crisis política
y económica.
Asesinato de Carrero Blanco (1973): El asesinato del almirante Luis Carrero Blanco, considerado el sucesor de Franco, por parte de ETA, dejó al régimen sin su figura más importante después del dictador.
Represión y protestas: La represión aumentó ante la creciente oposición. Los fusilamientos de septiembre de 1975 fueron la última muestra de la brutalidad del régimen.
Enfermedad y muerte de Franco: Tras una larga enfermedad, Francisco Franco murió el 20 de noviembre e 1975. Su muerte marcó el fin de la dictadura y abrió la puerta al proceso de transición a la democracia.
El franquismo dejó un legado de represión, división social y un retraso político con respecto a Europa, pero también una transformación económica y social que sentó las bases para el desarrollo posterior de España.
Juan Carlos I
El reinado de Juan Carlos I (1975-2014) es una de las épocas más importantes de la historia contemporánea de España, ya que se caracteriza por la Transición a la democracia y la consolidación del país como una monarquía parlamentaria. Su figura, unida a la del presidente del gobierno Adolfo Suárez, fue clave en el paso de la dictadura a la democracia.
1. La Transición Española (1975-1982)
Tras la muerte del general Franco, Juan Carlos fue proclamado Rey de España. Aunque la legalidad franquista le
designaba como sucesor, su papel fue el de un "motor del cambio". En lugar de continuar la dictadura, impulsó
una serie de reformas políticas que permitieron la transición:
Nombramiento de Adolfo Suárez: En 1976, Juan Carlos I destituyó al inmovilista Carlos Arias Navarro y nombró a Adolfo Suárez, una figura clave para llevar a cabo la "reforma política" desde dentro de las estructuras del régimen franquista.
Ley para la Reforma Política: Esta ley, aprobada en referéndum en 1976, fue el instrumento legal que permitió desmantelar las instituciones franquistas y convocar elecciones democráticas.
El 23-F: 23 de febrero de 1981, un grupo de militares intentó un golpe de Estado. La intervención de Juan Carlos I en televisión, condenando el golpe y defendiendo la Constitución, fue decisiva para el fracaso de la intentona y consolidó su papel como rey democrático y defensor de la Constitución.
2. La consolidación de la democracia (1982-2014)
Una vez superada la Transición, el reinado de Juan Carlos I se centró en la consolidación del sistema democrático
y la modernización de España.
La alternancia en el poder: El rey ejerció su papel de jefe de Estado de forma imparcial, permitiendo la alternancia de partidos en el gobierno. La victoria del PSOE en las elecciones de 1982 y el traspaso de poder sin incidentes marcó la madurez de la democracia española.
Integración en Europa: Durante su reinado, España ingresó en la Comunidad Económica Europea (actual Unión Europea) en 1986, lo que impulsó un gran desarrollo económico y la integración de España en el contexto europeo.
Modernización y prosperidad: El país experimentó un crecimiento económico significativo, se desarrollaron las infraestructuras, se modernizó la sociedad y se consolidó el Estado del bienestar.
3. La abdicación y el legado
Hacia el final de su reinado, la popularidad de Juan Carlos I se vio mermada por una serie de controversias y
escándalos, como el caso Nóos y el accidente de caza en Botsuana. Ante el deterioro de su imagen y para preservar
la institución monárquica, el 2 de junio de 2014 anunció su abdicación en su hijo, Felipe VI, lo que se hizo
efectivo el 18 de junio de ese año.
El legado de Juan Carlos I es complejo. Por un lado, se le reconoce el papel decisivo en la Transición, el mayor logro de la historia reciente de España. Por otro, los escándalos de sus últimos años empañaron la percepción pública de su reinado.
Felipe VI
El reinado de Felipe VI se inició el 19 de junio de 2014, tras la abdicación de su padre, el rey Juan Carlos I. Su llegada al trono marca una nueva etapa en la monarquía española, caracterizada por un claro intento de modernización, transparencia y renovación institucional.
1. Los pilares de su reinado:
Ejemplaridad y renovación.Desde el inicio, Felipe VI ha centrado su discurso y su actuación en principios como la ejemplaridad y la renovación
institucional. Su objetivo ha sido distanciarse de las polémicas que afectaron a la última etapa del reinado de
su padre y restaurar la confianza de los ciudadanos en la Corona.
Transparencia económica: La Casa Real ha adoptado medidas de transparencia en sus cuentas, publicando los presupuestos y limitando las retribuciones de los miembros de la Familia Real.
Reducción de la familia real: Se ha reducido el número de miembros de la Familia Real que tienen funciones institucionales, excluyendo a sus hermanas, las infantas Elena y Cristina, de la agenda oficial.
Modernización del discurso: El rey ha buscado conectar con una sociedad más joven y diversa, utilizando un lenguaje más cercano y enfocado en los desafíos del siglo XXI.
2. Principales desafíos y hitos de su reinado
El reinado de Felipe VI ha estado marcado por una serie de desafíos políticos, sociales y territoriales que han
puesto a prueba la estabilidad del país y el papel de la monarquía:
Crisis económica y social: Heredó un país en plena crisis económica y con un alto nivel de desempleo. Ha apelado a la unidad y la solidaridad para superar estos problemas.
El desafío del independentismo catalán: Es, sin duda, el mayor reto al que se ha enfrentado. El 3 de octubre de 2017, tras el referéndum de independencia ilegal del 1 de octubre, el rey dio un discurso televisado en el que defendió el orden constitucional y la unidad de España. Esta intervención fue interpretada de forma muy diferente por los distintos sectores políticos: aplaudida por los defensores de la unidad de España y duramente criticada por el independentismo.
Fragmentación política: Ha tenido que lidiar con un panorama político mucho más fragmentado que el de sus predecesores. A lo largo de su reinado, ha habido varios bloques de investidura y la necesidad de repetir elecciones en varias ocasiones.
La pandemia de COVID-19: Al igual que el resto de jefes de Estado, tuvo que afrontar la crisis sanitaria de la pandemia, dando mensajes de ánimo y unidad a la población.
3. La figura del Rey y su papel en la actualidad
Felipe VI ha consolidado su papel como un monarca constitucional, neutral y arbitral. Su función se ha centrado
en los actos de representación, la defensa de la Constitución y la unidad del país.
Aunque su popularidad ha sido generalmente alta, la monarquía sigue siendo objeto de debate en España, con algunas formaciones políticas y parte de la sociedad defendiendo un modelo republicano. El reinado de Felipe VI, que ha cumplido ya una década, se presenta como la etapa de un monarca que busca legitimarse día a día a través de la transparencia y la defensa de los valores democráticos y constitucionales.